Es
arriesgado hacer predicciones, porque el futuro depende de muchas
cosas, personas, hechos, circunstancias, situaciones y contextos que
no conocemos. Pero me la juego y formularé algunas predicciones
sobre lo que sucederá en el futuro próximo y de mediano y largo
plazo en Chile, afectado actualmente por el conjunto de hechos
iniciados el 15 de octubre de 2019, que se ha llamado “estallido
social”.
Estas
predicciones las formulo en base a los conocimientos y los criterios
metodológicos de la ciencia de la historia y de la política y de la
teoría económica comprensiva, que básicamente son los siguientes:
1.
Los hechos sociales, económicos y políticos son el resultado de la
composición, interacción y relación de fuerzas entre todos los
actores, o sea los sujetos individuales, grupales e institucionales
que participan en la sociedad mediante sus iniciativas, obras y
actividades;
2.
Las actividades, iniciativas y obras de estos actores expresan y
manifiestan lo que ellos son, lo que sienten, lo que piensan, lo que
quieren, sus intereses y sus aspiraciones.
3.
Todos esos actores operan condicionados por las estructuras y los
procesos económicos, institucionales y culturales que se han
formado, desarrollado y consolidado a lo largo del tiempo.
4.
Estas estructuras y procesos se configuran en diferentes niveles de
agregación, desde las personas y familias hasta las grandes
civilizaciones, pasando por las organizaciones locales, comunales,
nacionales, regionales y globales.
5.
Las entidades menores se encuentran sobre-determinadas por las
entidades mayores, en nuestro caso, por el sistema económico, por la
organización política del Estado, y en última instancia, por la
civilización moderna, que experimenta la fase terminal de su crisis
orgánica, como lo he explicado en mis libros.
Es
obvio que con estos 5 criterios, bien aplicados, uno puede predecir
tendencias, procesos, dinámicas sociales y políticas, pero no
hechos puntuales. No es predecible, por ejemplo, el resultado del
próximo plebiscito, aunque me atrevo a pronosticar un resultado
bastante más parejo entre las dos opciones que el que predicen hoy
las encuestas, que indican más del 70 % de aprobación.
No
puedo aquí exponer los análisis que me llevan a adelantar las
predicciones sobre lo que sucederá en Chile en el futuro próximo,
limitándome a hacer las indispensables referencias a los principales
actores involucrados en los hechos, cuyos comportamientos y acciones
derivan, como dije, de lo que son, lo que sienten, lo que piensan, lo
que quieren; de sus intereses y sus aspiraciones.
Es
claro que predicciones efectuadas sobre la base de estos criterios
metodológicos no expresan lo que uno quisiera, sino lo que
probablemente sucederá. Lo que sucederá, a menos que surjan actores
nuevos y que se realicen iniciativas, obras y actividades que cambien
el curso de los acontecimientos. Porque la vida personal y social, y
la historia, no están determinadas ni siguen un curso
predeterminado. Son posibles los cambios, es posible modificar la
dirección y el curso de los procesos económicos, sociales,
políticos y culturales. Las mismas ciencias mencionadas – la
Ciencia de la Historia y de la Política y la Teoría Económica
Comprensiva – enseñan que son posibles los cambios estructurales,
y cómo ellos pueden generarse, impulsarse y realizarse.
Entonces,
después de exponer las predicciones sobre lo que sucederá si no
ocurren hechos que cambien el curso previsible de los procesos,
expondré las alternativas posibles de ser generadas y que alteren el
curso de los acontecimientos en una dirección deseable.
Comienzo
con las predicciones en base al análisis de los actores que están
siendo protagonistas de los hechos y procesos en curso. El orden
responde sólo a una lógica de exposición, y no a la importancia de
cada grupo social. Son los siguientes:
1.
Los grupos y bandas organizadas de delincuencia y de narcotráfico,
que operan fuera del orden institucional. Esos grupos son poderosos,
tienen fuerza social y capacidad de movilización, cuentan con
recursos económicos, están armados, ejercen influencia, control y
poder sobre sectores sociales lumpen y de extrema pobreza, en muchas
poblaciones pobres y marginales, donde son temidos, queridos y
defendidos.
En
el marco del “estallido social” estos grupos y bandas organizadas
se han fortalecido grandemente, han ganado espacios urbanos, han
expandido el radio de sus acciones, han experimentado un
significativo aprendizaje organizaciones y operacional, y adquirido
conciencia de su acrecentado poder.
Ellos
continuarán creciendo e incrementando su poder, y será más difícil
su control por parte de las instituciones policiales y de justicia.
Es
muy probable que expandan su presencia, infiltración y poder sobre
algunas instituciones que les interesan, especialmente las
municipalidades, la policía y los tribunales, y expandan su radio de
acción económica, especialmente en el rubro inmobiliario,
adquiriendo propiedades en sectores que consideran estratégicos.
Actuarán fidelizando ciertos grupos de inmigrantes que viven en
condiciones muy precarias, incursionarán en la trata de personas, y
ejercerán creciente influencia sobre la economía informal urbana.
Constituyen
un efectivo peligro y un desafío mayor para el Estado de Derecho.
2.
Otro actor importante, que se ha movilizado en marchas y
concentraciones masivas exigiendo derechos y planteando demandas
sociales diversas, es la llamada clase media aspiracional o
emergente. Tiene expectativas de mejoramiento de los salarios, de las
pensiones, de los servicios de salud y de educación, así como una
reducción de los costos del transporte público, y también del
privado (no + TAG). Estos sectores han experimentado en los años
recientes una ampliación significativa de las oportunidades
económicas y de bienestar, así como un mayor acceso a los servicios
públicos, la educación superior, lo medios de comunicación, el
crédito y el consumo. Pero sus aspiraciones se ven frustradas debido
al creciente endeudamiento en que han incurrido para facilitar los
mencionados beneficios y accesos a bienes públicos y privados.
Sienten
temor por el futuro y se han movilizado socialmente para protestar,
demandar y exigir soluciones al Estado, y contra lo que perciben como
privilegios y abusos de las empresas y de los más ricos. Intuyen que
el modelo económico ya les cierra las oportunidades de movilidad
social ascendente, y sienten que crece la brecha en los niveles de
ingreso y de vida. Han trasladado sus expectativas de progreso, desde
la iniciativa personal y familiar en base al estudio, el trabajo y el
emprendimiento, a los servicios públicos y las políticas sociales
del Estado. No obstante, descreen enteramente de la clase política y
de las élites en general.
Sus
expectativas de mejoramiento social a través de las políticas
públicas se mantendrán en el corto plazo; pero se verán frustradas
en el mediano plazo. Las políticas sociales proveerán beneficios
solamente a los más pobres, quienes reciben pensiones solidarias,
sueldo mínimo y educación municipal. El Estado no tiene los
recursos ni está en condiciones de atender las demandas de estos
sectores medios aspiracionales. Por eso, las condiciones de vida de
los sectores medios se verán seriamente afectadas, porque las mismas
medidas tributarias y de beneficio social para los pobres, afectarán
la inflación, el empleo, a las micro y pequeñas empresas, a las
tasas de interés de los créditos, el acceso a la educación de
mayor calidad, al tiempo que el deterioro del orden público afectará
sus condiciones inmediatas de vida, trabajo, transporte y seguridad.
Estos
sectores sociales serán los más negativamente afectados por la
crisis económica y política. El aumento del desempleo y la
insolvencia de numerosas micro y pequeñas empresas, llevará a una
parte de este sector social a la informalidad económica y a la
reducción del consumo. Pasada la activación política relacionada
con el Plebiscito, la desafección de la política que viven estos
sectores continuará, distanciándose culturalmente incluso respecto
de la democracia representativa, lo que abrirá espacios crecientes
al populismo de izquierda y al autoritarismo de derecha. Las
movilizaciones sociales de estos sectores continuarán, pero irán
disminuyendo de intensidad y fuerza porque enfrentarán crecientes
limitaciones y restricciones asociadas al control policial del orden
público. Hasta que, una vez que se haga evidente el deterioro
económico y social que los afectará, estalle un nuevo levantamiento
social.
3.
Un actor relevante ha sido y continuará siendo el de los
estudiantes secundarios y universitarios, que han estado a la
vanguardia de los movimientos y luchas sociales, y que participan muy
activamente en las redes sociales; que están desencantados no sólo
de lo que les ofrece el sistema educativo y que no creen ni esperan
soluciones que provengan de las élites económicas y políticas.
Ellos han adquirido conciencia crítica de las inequidades del
sistema económico y político, así como de las amenazas climáticas
y ambientales que se ciernen sobre su propio futuro. Carecen de guías
y modelos morales y espirituales; pero son lúcidos en sus críticas
y están conscientes de sus potencialidades.
Mi
predicción es que este actor social se irá diversificando, como
consecuencia de su crecimiento etáreo, de la inevitable
transitoriedad de su condición de estudiantes, y de las diferencias
sociales y de oportunidades que tendrán en el futuro próximo.
Una
parte será integrada al sistema, mediante la educación superior, la
inserción laboral o la participación en la política institucional.
Otra parte será absorbida por el narcotráfico o por bandas de
delincuentes. Una tercera parte se radicalizará en posición
anti-sistémica y anarquista y continuará activa en la lucha social.
Y una cuarta parte se integrará a movimientos ciudadanos
alternativos, por ejemplo, en grupos de música y arte, experiencias
de salud y alimentación sana, iniciativas de economía solidaria y
de autogestión, movimientos terapéuticos, de conciencia holística
y de espiritualidad, organizaciones ecologistas, redes informáticas,
de comunicación y educación informal, y muchos otros movimientos
existentes, o que ellos mismos inventarán, en las que se
experimentan y promueven formas no-convencionales de sentir, de
pensar, de relacionarse, de comportarse y de vivir.
4.
Otro actor: los empresarios, inversionistas, banqueros, que gestionan
controlan y dirigen la economía operando en los mercados. Están ya
en un compás de espera y han detenido proyectos de inversión, hasta
que los hechos decanten y conozcan las nuevas condiciones. Porque son
lo que son, ellos continuarán buscando oportunidades de negocios en
las condiciones que se creen en el país, considerando especialmente
el incremento de la inflación y el tipo de cambio, que siempre
ofrecen oportunidades de ganancias a los que operan en los mercados
financieros y comerciales; pero seguramente el ritmo de crecimiento
del PIB disminuirá, e incluso podrá darse una situación recesiva
que se prolongue en el tiempo. Si la incertidumbre se prolonga por
varios meses más, buscarán oportunidades de inversión y de
negocios en otros países, lo que actualmente es fácil de hacer.
Elementos importantes que tienen en cuenta y a las que están muy
atentos para quedarse o irse son: los impuestos, el costo del
trabajo, el interés de los créditos, las regulaciones y controles
estatales.
5.
La clase política, los partidos, el gobierno y la oposición, que
conforman el orden político institucional. Ellos están movidos por
el afán de poder, y luchan por conservar el que tienen y por
incrementarlo. Esto los lleva inevitablemente a enfrentarse unos con
otros, impidiéndoles llegar a acuerdos de beneficio general,
especialmente considerando la polarización ideológica que se ha
producido en el país, que no se ve que pueda disminuir en el corto
plazo. El hecho de estar muy desprestigiados podrá llevarlos a
cambiar de formas y estilos, especialmente en el modo de comunicarse
con los electores; pero en lo sustantivo, continuarán pujando por el
poder, que es el sentido que le dan a la política. Habrá, con alta
probabilidad, un sustancial recambio generacional en los liderazgos
partidarios; pero eso no marcará un nuevo rumbo ni mejores modos de
hacer política. El sistema de gobierno democrático basado en
partidos políticos irá perdiendo consensos y adhesión ciudadana.
Este
conjunto de tendencias y procesos que fácilmente serán juzgados
como negativos, o que merecerán ser calificados como una visión
pesimista, son en realidad manifestaciones de la crisis orgánica de
la civilización moderna. La crisis del capitalismo, el
industrialismo y el poder financiero en lo económico, que ya no son
capaces de resolver los problemas de la gente y que incrementan la
desigualdad y el deterioro del medio ambiente. La crisis de los
estados, la burocracia y los partidos en lo político, que ya no son
capaces de dar gobernabilidad, mantener el orden social y encauzar
las transformaciones necesaria. La crisis del cientificismo, el
naturalismo y el materialismo en lo cognitivo, que ya no son capaces
de dar sentido a la vida ni de comprender y orientar la complejidad y
diversidad social.
¿Hay
alternativas? ¿Es posible cambiar el curso de los acontecimientos y
procesos?
Mi
tesis, consecuente con los criterios metodológicos de la economía
comprensiva y de la ciencia de la historia y de la política, es que
la alternativa no es otra que iniciar la creación de una nueva
civilización: un proceso de superación del capitalismo, del
estatismo y del materialismo, mediante la construcción progresiva de
una nueva economía, de una nueva política, de una nueva estructura
del conocimiento, que nos facilitarán transitar hacia una nueva y
mejor civilización.
Y
en este sentido planteo ahora mi última predicción, sobre la cual
tengo un grado de certeza aún mayor que sobre las anteriores, porque
se desprende del conjunto de aquellas, y del conocimiento de
iniciativas y procesos en curso desde hace años. En efecto, sostengo
que el proceso de creación de una nueva y mejor civilización se
acelerará, consistentemente, en los próximos meses y años.
Ese
proceso está en curso desde hace años, si bien es poco visible en
los medios de comunicación oficiales. Otra economía, otra cultura,
otras formas de conocimiento, no solamente son posibles, sino que ya
existen. Son muchas las personas y los grupos que están creando y
desarrollando formas de consumo y de alimentación sanos y orientados
hacia un buen vivir; son muchas las personas que se han bajado del
automóvil y se transportan en bicicletas; son muchas las personas y
grupos que participan en cooperativas y empresas de economía popular
y solidaria; son muchas las personas que forman parte de la economía
colaborativa; son muchas las personas y grupos que forman redes de
aprendizaje y de ayuda mutua, aprovechando las posibilidades que
ofrece internet; son muchas las personas y grupos que desarrollan
experiencias de auto-aprendizaje, de educación en el hogar, y de
escuelas alternativas; son muchas las personas y grupos que cuidan su
salud con medicinas y terapias complementarias; son muchas las
personas y grupos que se alimentan de modo sano, abandonando el
consumo chatarra, el exceso de grasas y azúcares: son muchas las
personas y grupos que reciclan, que cuidan la naturaleza y que están
activando procesos de recuperación del ambiente y de los equilibrios
ecológicos; son muchas las personas y grupos que desarrollan
experiencias de ampliación de la conciencia, que practican la
meditación y formas diversas de espiritualidad, estén o no
vinculados a religiones tradicionales. Y así en muchos campos, hay
mucho más que identificar.
La
mejor estimación que tenemos corresponde a estudios realizados a
nivel internacional, y que indican que alrededor de un 15 % de la
población mundial están participando activamente en estas nuevas
formas de vivir, de relacionarse y de enfrentar sus necesidades,
dándole un nuevo sentido a sus vidas, que claramente son propios de
la nueva civilización emergente.
Mi
predicción es que estas iniciativas y estos grupos, se expandirán,
perfeccionarán y multiplicarán an el futuro próximo, a medida que
se vaya comprendiendo mejor que las soluciones a los problemas
económicos y políticos existentes, no serán proporcionadas por el
Estado ni por el capitalismo, por más que prometan reformarse.
No
es posible en el espacio breve de este video exponer en detalle lo
que significa e implica esa necesaria transición a una nueva
civilización. Lo he expuesto en otras instancias, y especialmente en
el libro ¿Cómo iniciar la creación de una nueva civilización?,
que quien se interese puede fácilmente encontrar en Amazon.
Ahora,
pensando en Chile y en las alternativas que podrían orientar los
procesos en curso en la dirección de una nueva civilización,
considero importante plantear dos advertencias finales necesarias.
La
primera se refiere a las
concepciones anti-sistémicas confrontacionales, con
sus propuestas contra-culturales, sus ideologías anarquistas
y sus métodos de acción a menudo violentos. Ellas no constituyen
una alternativa, ni son constructoras de una nueva civilización,
mejor o superior a la civilización moderna, porque su mentalidad y
su acción se limita a estar contra el régimen político
existente, a ser anti-capitalistas, a ser contra-culturales;
pero no tienen un proyecto positivo, una visión de la nueva
economía necesaria, del nuevo orden político, de la nueva
estructura del conocimiento, y menos, de cómo transitar desde la
realidad actual a la realidad nueva que se desea instaurar. A falta
de propuestas y respuestas, terminan adoptando alguna versión del
estatismo en versión populista, o algún utópico e imposible
regreso a formas y estructuras del pasado más o menos remoto.
Un
error teórico de esas concepciones antagonistas es suponer que el
‘sistema’ es de tal modo poderoso y capaz de cooptar y de
funcionalizarlo todo, que nada puede crearse que lo trascienda
mientras no sea antes destruido. Otro error muy grave es creer que lo
nuevo surgirá espontáneamente desde las cenizas de lo antiguo. En
los hechos, esos grupos y movimientos anti-sistémicos
confrontacionales, lo que hacen es acelerar la crisis de la
civilización moderna, pero no iniciar la creación de una
civilización nueva.
Esas
creencias y movimientos no comprenden ni valoran las potencialidades
de la autonomía intelectual y moral que pueden alcanzar individuos y
grupos creativos, autónomos y solidarios, auto-organizados, y que en
base a dicha creatividad, autonomía y solidaridad, sin necesidad de
primero destruir al capitalismo y al estatismo, pueden iniciar la
creación de una nueva superior civilización.
Para
comprender tanto aquellos errores como estas potencialidades, remito
a los criterios metodológicos básicos de la ciencia de la historia
y de la política y de la teoría económica comprensiva que resumí
al comienzo de esta presentación.
La
segunda advertencia que quiero hacer apunta a comprender que si bien
una nueva civilización implica una nueva economía, una nueva
política, una nueva estructura del conocimiento, eso no significa
que desaparezca y no tengan cabida en una nueva y mejor civilización,
mucho de lo existente en la civilización que decae, e incluso
elementos que provienen de civilizaciones anteriores.
Cuando
se piensa en una ‘nueva’ civilización, se tiende a suponer que
se trata de un orden socio-económico-político-cultural
completamente diferente al existente, como si entre una civilización
y la siguiente hubiese una ruptura histórica completa.
Es
un error, que deriva de una visión ‘catastrofista’ sobre lo que
es la crisis y la decadencia de una civilización, como si ésta se
derrumbase como un edificio que colapsa entero sobre sus cimientos.
Eso no es lo que ocurre históricamente. Son muchos los elementos de
una civilización que se conservan y que se prolongan e insertan en
la civilización siguiente. Es menos lo que se pierde y más lo que
se recupera, de una civilización, en la que le sigue.
Por
eso es importante preguntarnos qué podemos entender como una ‘nueva’
civilización y cómo se transita a ella.
Podemos
decir que, en general, una civilización se caracteriza por la
difusión de formas de vivir, que implican asumir ciertos modos de
pensar, de sentir, de comportarse, de actuar y de relacionarse,
basados en el conocimiento, la creatividad, la autonomía y la
solidaridad.
En
este sentido, en el surgimiento de una nueva civilización aparece un
nuevo modo de hacer y de organizar la actividad económica. Ello
incluye cuestiones tan amplias como la manera de experimentar las
necesidades, de producir los bienes y servicios que las satisfagan,
de distribuirlos entre los diferentes individuos y grupos que forman
parte de la sociedad, de consumirlos y utilizarlos, de desarrollar y
acumular lo que se necesita para garantizar el futuro, de utilizar
los recursos y relacionarnos con la naturaleza. Es, en nuestro caso,
el surgimiento de una economía solidaria, colaborativa, cooperativa,
de trabajo y de comunidades.
El
surgimiento de esta economía no significa que desaparezca la
economía capitalista ni la economía estatal. Lo que sucede es que,
lo que en la vieja civilización es predominante y central, se
convierte en un sector, en una parte, que continúa existiendo, pero
subordinada a una nueva racionalidad que se va expandiendo y
adquiriendo predominancia y hegemonía. El mercado seguirá
existiendo y funcionando; pero profundamente transformado,
democratizado, permeado por la nueva economía emergente.
Algo
parecido sucederá a nivel político. En el surgimiento de una nueva
civilización aparece un nuevo modo de hacer política, y de
organizar el orden y la transformación social. Ello implica nuevas
instituciones, que se legitiman de otro modo, que regulan las
relaciones sociales y los comportamientos que se reconocen como
meritorios y aceptables; un nuevo modo de relación entre gobernantes
y gobernados, entre dirigentes y dirigidos.
El
surgimiento de esa nueva política no significa que desaparezcan el
Estado con sus tres poderes, ni la burocracia administrativa, e
incluso ni siquiera los partidos; pero aquello que en la vieja
civilización moderna es predominante y central, será
redimensionado, perderá centralidad, quedará subordinado a las
nuevas instituciones y formas de organización política que se
creen.
Igual
cosa al nivel del conocimiento y la cultura. En el surgimiento de una
nueva civilización surge una nueva estructura del conocimiento, un
nuevo paradigma epistemológico, una nueva concepción del mundo y de
la vida. Será, en el caso actual, por ejemplo, el desarrollo de las
ciencias de la complejidad, de filosofías y ciencias comprensivas de
la complejidad y diversidad de lo real, que superen el cientificismo,
el naturalismo y el materialismo de la civilización moderna.
El
surgimiento de esta nueva estructura del conocimiento no significa
que desaparecerán las ciencias positivistas que estudian la materia,
la vida, la conciencia con los métodos de la epistemología
empirista. Pero esas ciencias, que son hoy predominantes y que marcan
la concepción del mundo naturalista y materialista hegemónica,
serán integradas y probablemente subsumidas en una comprensión
filosófica y científica más amplia, capaz de reconocer las
dimensiones subjetivas, éticas, espirituales, de la realidad.
Por
todo esto, es importante, junto con identificar los fundamentos
emergentes y nuevos de la civilización por construir, descubrir y
reconocer los elementos de continuidad, para que sepamos valorar,
cuidar y conservar lo que tiene validez permanente. Es importante,
entonces, comprender qué es lo que se conserva, cómo se prolonga y
permanece activo, y cómo interactúa con los elementos decisivos y
originales de la civilización nueva.
Y
poner todo el empeño en iniciativas creativas, autónomas y
solidarias, portadoras de mejores modos de relacionarnos entre
nosotros y con la naturaleza; de modos más sabios de pensar, de
sentir y de darle un sentido a nuestras vidas; de modos superiores de
vivir, de ser personas, de ser comunidades, de ser naciones, de ser
humanidad.
Luis
Razeto