jueves, 9 de mayo de 2019

REALIZAR UN TRABAJO INTELECTUAL CREATIVO ENTRE DOS (Segunda parte)


REALIZAR UN TRABAJO INTELECTUAL CREATIVO ENTRE DOS (Segunda parte).
Quienes leyeron en este blog el escrito “Trabajar en público como los maestros del Renacimiento” y la primera parte de este escrito, ya conocen quién es Pasquale Misuraca, cómo nos conocimos y qué libros escribimos juntos. Les contaré ahora cómo es que llegamos a realizar un trabajo intelectual creativo “a dúo”.
Lo primero que debo decir es que, más allá de las diferencias de experiencias y formación a las que me referí en la primera parte, compartíamos dos cosas esenciales: el deseo de participar y contribuir a una transformación profunda de la sociedad en base a los valores de la justicia, la libertad y la solidaridad; y la percepción de que los movimientos (partidos políticos, comunidades religiosas y otros grupos, como el cooperativismo) que se proponían protagonizar esos cambios, no sabían cómo hacerlo con realismo y eficacia. O sea, fácilmente estuvimos de acuerdo en que era necesario y urgente re-pensar tanto la visión de la realidad (el diagnóstico, como se acostumbra decir empleando un lenguaje metafórico que me parece inapropiado), como las formas de acción y de organización necesarias para lograrlo (las vías, estrategias y procesos requeridos).
Esas convicciones compartidas nos generaban, a cada uno con base en las propias experiencias, una actitud intelectual de búsqueda, abierta, desprejuiciada, consciente de que era necesario cuestionar las ideas existentes al respecto.
¿Por dónde empezar? Obviamente, no era el caso de partir de cero, como si nada de lo anteriormente conocido y escrito sirviera. Se nos ocurrió “partir de Antonio Gramsci”, del que ambos conocíamos algo de su pensamiento. Se daba la circunstancia singular de que recién habían aparecido los Cuadernos de la Cárcel por primera vez en su versión original y completa, en cuatro grandes volúmenes. Decidimos estudiarlos y conversar sobre nuestras respectivas lecturas y descubrimientos.
Nos dimos cuenta a poco andar (o sea, de leer y conversar), de que Gramsci en la cárcel, con una actitud de apertura y libertad intelectual como la nuestra, había cuestionado profundamente el marxismo - tanto el materialismo dialéctico como el materislismo histórico -, que había profesado y aplicado en su condición de secretario general del Partido Comunista Italiano. Él mismo había experimentado la derrota del movimiento político que encabezaba en Italia, y se mostraba consciente de que las expectativas de una sociedad justa y libre no se estaban cumpliendo en Rusia bajo el régimen comunista y la dictadura del proletariado preconizada por Marx, Lenin y Stalin. Y no nos fue difícil descubrir que Gramsci percibía que tanto el fracaso en Europa como la distorsión del proyecto en Rusia, no se debían a alguna errónea interpretación del marxismo-leninismo, sino a errores fundamentales de esa concepción del mundo y de esa metodología de análisis de la realidad. ¡Gramsci había abandonado el marxismo! Y junto con el marxismo, había criticado las sociologías y el pensamiento político de su tiempo. ¡Se había puesto a re-pensarlo todo! y lo había dicho textualente.
Así descubrimos que aquél Gramsci que conocíamos, y que conocían los intelectuales contemporáneos nuestros, no era el verdadero Gramsci. Los textos conocidos de Gramsci publicados por el Partido Comunista Italiano, habían distorsionado el verdadero pensamiento de Gramsci, su búsqueda teórica y política. Se los había mutilado, censurado, y desordenado de modo tal que sus críticas al marxismo quedaban ocultadas. Dicho de otro modo, se conocían sólo los escritos “inofensivos” de Gramsci.
Iniciamos, en consecuencia, un estudio filológico, prolijo y muy atento, de los Cuadernos de Gramsci recién publicados. Partir de un texto constituía una base de trabajo “entre dos” para el cual era suficiente la actitud intelectual que compartíamos. Pues un texto es algo objetivo, que está ahí, fijo, esperando ser entendido y analizado. Facilitaba la tarea el hecho de que los escritos de Gramsci son muy claros en lo que quieren expresar y rigurosos en el lenguaje empleado. Encontrar el sentido exacto de los escritos era el método que seguimos en nuestro estudio, lo que implicaba analizar con cuidado las palabras, comprender su contexto, y estudiar también a los autores a los que hacía referencia.
(En la fotografía, tomada por Alexandra Zambá la esposa de Pasquale, en su casa en Enero de 2011, Pasquale y yo trabajando). 
Así, fuimos poniendo por escrito, conversando también cada párrafo, cada frase, cada palabra de nuestro propio escrito, al que aplicábamos la misma actitud filológica con que leíamos a Gramsci.
Respecto al texto que fuimos componiendo, reproduzco y traduzco el testimonio que hace Pasquale Misuraca en su comentario a la Primera Parte de este escrito en mi Blog El Trabajo Intelectual Creativo: Es verdad, ha sido y es, trabajar entre dos creativamente, una experiencia no ordinaria. Lo testimonio con una anécdota relativa al primer libro que escribimos juntos, publicado en su primera edición el año 1978. Cada vez que discutíamos con otros intelectuales nuestro trabajo inicial, el primer libro de ciencia de la historia y de la política, nos planteaban la pregunta: ¿qué capítulos escribió uno y cuáles el otro? No podían imaginar, comprender, que escribimos todo el libro juntos, palabra tras palabra, capítulo tras capítulo, siendo el libro – ese primero igual que los libros y ensayos que le siguieron – la transcripción cotidiana de una investigación, realizada durante el curso de su elaboración. No nos dividíamos los capítulos y no realizábamos ninguna concesión en la construcción del texto. Partíamos, discutíamos, y en la discusión, nuestros singulares puntos de vista iniciales eran absorbidos y superados por nuevas ideas superiores a las ideas de partida. En fin, se podría decir con las palabras de Montaigne, que no éramos tanto nosotros que escribíamos el libro, sino que era el libro el que nos escribía a nosotros.”
Con base en esta experiencia me permito aconsejar a quienes quieran o deban (solicitados por alguna exigencia académica) trabajar “entre dos”, partir de un texto (de alto nivel) y trabajar filológicamente sobre él hasta llegar a compartir el sentido y significado de cada párrafo, afirmación y palabra.
Con Pasquale hemos realizado, después, varias obras que no son fruto del mismo procedimiento filológico. Pero siempre hemos dialogado sobre cada párrafo, frase y palabra hasta alcanzar un texto que nos satisfaga a ambos. Una actitud, un método, que aprendimos (inventamos) en aquéllos trabajos “a partir de Gramsci”.
Reflexionando sobre esto, mi conclusión es que cada persona, cada individuo, cada mente y conciencia, es una unidad en sí, subjetiva, toda interior, y en consecuencia separada de toda otra conciencia, mente e individuo. Ello hace imposible conocer exactamente lo que ocurra en la mente y conciencia de una persona distinta a uno. Pero es posible alcanzar, a nivel intelectual y racional, un muy elevado nivel de unidad de pensamiento. Porque, como he explicado analíticamente en mi libro “En búsqueda del ser y de la verdad perdidos”, la conciencia es individual, pero la razón, inscrita en cada conciencia, es universal.
Luis Razeto

lunes, 6 de mayo de 2019

ESCRIBIR “FÜR EWIG”, PUBLICAR ENSEGUIDA Y PERFECCIONAR EN EL TIEMPO.


Cuando voy cumpliendo 50 años desde que escribí y publiqué mis primeros trabajos, y mientras continúo investigando, conociendo, pensando y escribiendo, me planteo difundir más ampliamente y dejar a disposición de quienes puedan servirse de ella, mi producción intelectual de tantos años.
Lo hago convencido de que mis trabajos, incluso los más antiguos, por su propio carácter principalmente teórico, y porque aprendí de Antonio Gramsci a escribir "für ewig" (para siempre), mantienen casi todos plena actualidad y vigencia. Al volver ahora a publicarlos los reviso, y si me parece conveniente los actualizo y perfecciono.
Gramsci en una de las Notas de sus abundantes Cuadernos dijo que escribía “für ewig”, para siempre. La interpretación que se ha dado a ese dicho es que, como estaba en la cárcel condenado por el fascismo y estaba consciente de que probablemente sería por el resto de su vida, sabía que sus escritos (en manuscritos sacados clandestinamente de la cárcel) no serían publicados. La advertencia “für ewig” tenía tal vez el sentido de que quién los recibiera, los escondiera y conservara cuidadosamente porque tenían un alto valor. (Por qué escribió “für ewig” en alemán y no “per sempre” en italiano, es un misterio. Me parece que quería enfatizarlo, que el mensaje no pasara desapercibido).
No hay que olvidar que Gramsci, antes de ser encarcelado, escribía y publicaba semanalmente artículos periodísticos, primero en la RevistaIl Grido del popolo”, en la Hoja “Avanti”, y en la Revista Ordine Nuovo fundada por él mismo.
Yo pienso que todo intelectual, filósofo o científico de cualquier disciplina, que busque honestamente el conocimiento verdadero de la realidad, debe proponerse que sus escritos sean “fur ewig”, que mantengan actualidad y vigencia por muchos años, décadas e incluso siglos. En particular un escrito de carácter teórico que pierda vigencia en poco tiempo, demuestra por el mismo hecho de su obsolescencia que es erróneo y de poco valor.
Esta es la razón por la cual una buena formación académica en filosofía, sociología, antropología, economía y ciencia política, implica el estudio a fondo de los autores mal llamados “clásicos”; contrariamente a lo que está sucediendo actualmente en muchas universidades latinoamericanas que, para enseñar al gusto de los estudiantes, privilegian a los autores contemporáneos que están de moda.
Pienso que incluso un buen periodista debiera escribir sus columnas, reportajes y crónicas de actualidad, pensando “für ewig”. Ello en razón de que muchos estudios históricos encuentran en la prensa y en el trabajo periodístico una fuente importante para sus investigaciones. Los historiadores del futuro, para el conocimiento y comprensión de nuestro presente, tendrán entre sus fuentes lo que escriben hoy los periodistas. Y aunque sin duda los periodistas no están pensando en los futuros historiadores al cumplir hoy su trabajo, los que son realmente buenos periodistas se esfuerzan en exponer con la mayor rigurosidad y atención de que son capaces, los hechos, situaciones y contextos que describen y analizan. Y es eso lo que les da a sus escritos, efectivo valor presente, trascendencia en el tiempo y valor histórico. Hoy todavía, cien años después, todavía podemos leer con interés los artículos periodísticos de Gramsci.
Escribir “para siempre” requiere amplitud de mirada y profundidad de pensamiento; pero sobre ello me referiré en algún escrito posterior. Por el momento baste recordar la hermosa y certera afirmación de Antoine de Saint Exúpery: “La verdad se cava como un pozo”.
Ahora bien, como nunca antes, es posible actualmente publicar y difundir enseguida y fácilmente lo que se escribe. El valor “pedagógico” que esto puede tener lo expliqué en un texto anterior de este blog titulado “Trabajar en público como los maestros del Renacimiento”. Por cierto, “trabajar en público” tiene un valor pedagógico que es proporcional a la calidad del trabajo que realiza el autor; y “publicar enseguida” vale solamente después de que el autor ha trabajado intensamente un texto, lo ha pulido y perfeccionado, y considera que ya no es capaz de mejorarlo.
Por último, para que el resultado del propio trabajo permanezca y sirva “für ewig”, no obstante haber sido “publicado enseguida”, será siempre necesario estar disponible para corregirlo, perfeccionarlo, e incluso abandonarlo, si después el mismo autor descubre que contiene errores, que es insuficiente, o que nuevos desarrollos del conocimiento propio y ajeno le permiten perfeccionarlo. Una de las cosas maravillosas que tienen los medios digitales de comunicación, es que ofrecen la posibilidad de “actualizar”, revisar, corregir y perfeccionar lo que uno ha puesto en ellos.
Al respecto, les cuento que ya he puesto todos mis libros en Amazon, donde están a disposición de todo el mundo. Por cierto, los he revisado, corregido y actualizado en la medida que me ha parecido conveniente hacerlo.
En mi página web personal mantengo y voy publicando artículos, conferencias, videos, notas y otros trabajos, a medida que voy considerándolos listos para su difusión.
En Facebook sigo con varios espacios donde acostumbro subir algún contenido. Pero Facebook es inapropiado para mis obras importantes, porque allí todo pasa al vuelo, nadie se detiene en algo, y los protocolos de facebook privilegian las fotografías, los videos de pocos segundos, y los escritos de escasas líneas, mientras "castigan" los links y las páginas no "patrocinadas" (o sea, pagadas). Al comienzo facebook no era así; pero ahora es cada vez más comercial y lleno de publicidad.
Muy insatisfecho de los resultados en Facebook, estoy emigrando mi trabajo actual hacia los Blogs de Google. Estudié el tema y aprendí que los blogs hay que crearlos con identidad temática, para públicos específicos. Por eso mantengo uno sobre Economía Solidaria, Cooperativa y Colaborativa; éste sobre el Trabajo Intelectual Creativo, un tercero en que estoy dejando todas mis "Láminas Conceptuales", y un cuarto que es mi Blog más personal. Los pueden encontrar en el perfil de este mismo blog, y suscribirse para recibir las actualizaciones por correo electrónico.
Un aspecto muy interesante de los Blogs es que con ellos uno trabaja en público, publica enseguida y puede actualizar y perfeccionar los escritos cuando se quiera hacerlo, de modo que ellos puedan permanecer y servir “für ewig”.
Luis Razeto

viernes, 3 de mayo de 2019

POR QUÉ EMPECÉ A COMPONER LÁMINAS CONCEPTUALES Y LO QUE ESTOY DESCUBRIENDO CON ELLAS


Estoy convencido de que el conocimiento serio, útil y placentero exige estudio sistemático y concentrado, que sólo se consigue con una dedicación continuada durante tiempos prolongados. No obstante ello, he compuesto numerosas ‘láminas conceptuales’ en las que caben apenas 120 palabras. Comencé a escribirlas al comprobar que la inmensa mayoría de las personas no sobrepasan esa capacidad de lectura, en medio de sus múltiples actividades, distracciones y ‘mensajes’ que reciben cotidianamente. Pensé que de algo servirían las ideas expuestas en ese formato.

Pues bien, el esfuerzo de síntesis que me exige elaborar esas láminas constituye un gran desafío, y me está resultando muy interesante. Se trata de crear y componer pequeñas obras intelectuales que contengan contenidos de alto valor y de fácil comprensión. Pues, para cumplir el objetivo, cada lámina debe resultar clara, distinta y completa, constituyendo una unidad, y comunicar algo relevante y no superficial. Aquí un ejemplo de esas láminas.

El trabajo consiste en exponer en cada lámina un concepto. Un concepto, que no es lo mismo que una definición. Las definiciones son estáticas, y se refieren a los términos, a las palabras. Un concepto tiene sentido por la realidad que comprende y muestra, y su elaboración requiere el que Hegel entendía como “el duro trabajo del concepto”, que implica captar relaciones, interacciones, movimientos y procesos. De hecho, componer una lámina me ocupa bastante tiempo. (Me pregunto cuánto necesitarían los lectores de ellas para descubrir todo lo que cada una contiene).

Soy autor de libros y profesor de cursos. Los libros y los cursos son formatos adecuados para exponer el conocimiento comprensivo y el pensamiento complejo. En los libros y cursos es posible argumentar las afirmaciones, fundamentarlas en la experiencia, conectar unas ideas con otras, desplegar y demostrar la coherencia entre los distintos conceptos, comunicar aprendizajes y saberes cuyo entendimiento implica dedicación al estudio, concentración, atención continuada.

En la actualidad, muy pocos leen libros, especialmente si son voluminosos, y pocos también destinan los tiempos necesarios para realizar cursos libres que implican una dedicación sostenida.

Pues bien, la elaboración y composición de las Láminas conceptuales, cada una de las cuales debe constituir una obra completa en sí misma, me está permitiendo un descubrimiento de sumo interés. Las Láminas, dispuestas como imágenes de un álbum en que se las puede ordenar, desordenar y darles sucesivamente diversos reordenamientos, me han llevado a encontrar nuevas conexiones entre conceptos e ideas correspondientes a diferentes temas, problemas y niveles del conocimiento.

Combinar y recombinar estas láminas es como un juego creativo, que incita el pensamiento llevándolo a nuevas ampliaciones y profundidades, porque las nuevas conexiones entre esas ideas, conceptos y conocimientos, no aparecen solas sino que requieren ser descubiertas y creadas activamente, trabajo del que surgen nuevas articulaciones e integraciones, que ponen en evidencia la complejidad y comprensividad del saber.

Para permitir y facilitar este “juego creativo”, he abierto un nuevo blog – LÁMINAS CONCEPTUALES de Luis Razeto –  aquí: www.laminasconceptuales.blogspot.com.  Ahí estoy dejando mis láminas, para el que quiera ayudarse con ellas para pensar.

Sin duda el trabajo intelectual es fascinante. Los antiguos filósofos hablaban de la líbido sciendi, el placer (eros) del conocimiento. (Lo dejo hasta aquí porque ya me estoy pasando de dos páginas y eso ya es pecado. La vida moderna es muy terrible: no nos deja tiempo para el goce y el ocio creativo.)

Luis Razeto