sábado, 8 de noviembre de 2025

UN ASUNTO ALGO DELICADO

 Estando actualmente en cama y algo deprimido debido a una dolencia que me impide caminar y estar en mi casa y campito de Liray, estando ya en la novena década de vida, decido referirme a un asunto que he tratado antes sólo de modo indirecto.

Me refiero a que muchas personas me han criticado (algunos me lo han dicho y otros sé que lo han comentado) que siendo impulsor de la economía solidaria no debiera cobrar por hacer charlas, ni vender mis libros, como en cambio bien hacen muchos colegas que promueven causas sociales y culturales con generosa gratuidad, sin cobrar por sus clases y escritos. Habría una incoherencia o inconsistencia entre lo que propongo (la solidaridad) y mi comportamiento. (Creo que esa crítica ha dejado de hacerse desde que casi he dejado de dar conferencias y gran parte de mis escritos están a libre disposición en internet).

Al exponer este asunto mi intención no es justificar mi comportamiento, sino explicar de modo claro cuál es la actitud ética coherente con mi concepción teórica de la economía solidaria. Al referirme al tema tengo también en mente que la misma crítica afecta a otros que se comportan como lo he hecho yo.

Primero, sostengo que en la economía de solidaridad el trabajo debe ser remunerado y recompensado económicamente, si fuera posible aún más y mejor que en la economía capitalista y estatista. Sobre esto he sido insistente en mis cursos, charlas y escritos, debido a que he comprobado innumerables veces que la gente de la economía solidaria no sabe cobrar su trabajo, o no se atreve por baja autoestima, o acepta que se le exija y pague menos puesto que “debiesen ser más solidarios”. (¿Recuerdan aquello del Evangelio en que Jesús critica a los hipócritas que ponen cargas pesadas y difíciles de llevar sobre los demás, mientras que ellos mismos no están dispuestos a llevarlas?).

Segundo, sostengo en mis libros y en numerosos escritos que las donaciones económicas deben hacerse sólo hacia quienes realmente necesitan ayuda, y evitando que se conviertan en costumbre, porque la recepción de donaciones por quienes no las necesitan genera actitudes pasivas, de estar siempre esperando ayudas y no esforzarse, e incluso a veces comportamientos mezquinos.

Tercero, sostengo que lo que se ofrece y recibe gratuitamente es sub valorado por el receptor y por todos los que llegan a saber que “la cosa es gratis”. Además, a lo que se da gratis no se le exige calidad.

Cuarto, en cuanto a libros que los autores regalan, sucede a menudo que no tienen costo para ellos, pues escribirlos ha sido parte de su trabajo académico remunerado, y los libros han sido publicados por fundaciones o entidades que los financian con fondos de proyectos y subsidios públicos o de agencias. Cobrar por ellos sería en realidad incorrecto, pues ya el trabajo y la publicación han sido pagados. Similar cosa sucede con académicos cuyo trabajo de investigación, docencia y extensión es pagado por la Universidad o ente que los contrata, y que su desempeño laboral ya contempla dar charlas y hacer otras actividades. Enteramente diferente es la situación de intelectuales y artistas independientes, que viven con los ingresos autónomos que les genera la venta de sus obras.

Personalmente nunca he aceptado subsidios y donaciones de un ente público o estatal, porque pienso que los recursos que el Estado recaba de los impuestos que cobran a personas y empresas, deben prioritariamente destinarse a las personas y grupos sociales realmente necesitados. En algunas ocasiones he recibido importantes pagos de mi trabajo por entes públicos de otros países, casos en que he reservado el valor de mi trabajo en las condiciones normales del mercado y he destinado el resto a impulsar experiencias de economía solidaria.

Finalmente, debo reconocer que no he sido muy consecuente con todo esto que pienso, pues muchísimas veces, especialmente en los últimos años, no he cobrado por mi trabajo y he puesto mis escritos y clases en sitios de internet para quienes quieran leerlos. ¿Por qué lo he hecho? Porque me interesa que se conozcan, y porque he logrado vivir con ingresos autónomos generados en base a ahorros e inversiones. Cosa que recomiendo encarecidamente a intelectuales que quieran pensar y trabajar con la mayor libertad.

Luis Razeto