O
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, o el hombre creó a
Dios a imagen y semejanza de sus sueños y anhelos. Lo primero lo
afirman los creyentes, lo segundo lo sostienen los ateos.
La única idea racional de Dios a que pueden hacer referencia tanto los creyentes como los ateos, incluye cuatro
nociones esenciales: Dios como Omnisciente
(o sea, quien todo lo conoce); Dios como Creador (es
decir, que todo lo que existe ha sido realizado por él o a salido de
él); Dios como Absoluto (o
sea, que no depende de nada externo, que es completo en sí mismo,
que es plenamente libre, autónomo y poderoso); Dios como Amor (esto
es, que se une y es solidario con todos los seres). Se puede afirmar o se puede negar que un ser como ese exista realmente.
Pues bien, supongamos primero que sea cierto lo que afirman los creyentes: que Dios creó al hombre
a su imagen y semejanza. Entonces tenemos que el conocimiento, la
creatividad, la libertad y autonomía, y el amor y solidaridad, serían las cuatro
cualidades que hacen a los hombres semejantes a Dios; o dicho de otro
modo, son las semejanzas humanas de esas cuatro cualidades eminentes
de Dios. Dios las habría puesto en los seres humanos como potencias
o virtudes que pueden desarrollar, y su desarrollo sería la vía
hacia su perfección, un camino de creciente semejanza con Dios.
Lo
anterior puede expresarse también diciendo que el sueño, la utopía,
el proyecto de Dios (la voluntad de Dios, en lenguaje cristiano), es
una sociedad, una civilización de personas de conocimiento,
creativas, libres y autónomas, amadas, amantes y solidarias. Para los creyentes, el anhelo y
el proyecto más alto que pueda concebirse (para realizar la voluntad
de Dios), sería desarrollar en nosotros mismos y en la
humanidad toda, las cualidades y perfecciones de Dios: el
conocimiento, la creatividad, la autonomía y la solidaridad.
Supongamos
ahora que lo cierto sea lo que afirman los ateos: que la idea de Dios
es una creación humana, o sea que fue el hombre el que creó a Dios
a imagen y semejanza de sus propios deseos. Los hombres, queriendo y
buscando de algún modo su propia perfección, habrían inventado un
ser perfecto: han proyectado y personalizado en un supuesto ser
conocedor, creador, absoluto y amoroso, los que son sus cuatro
mayores anhelos o aspiraciones: conocer, ser creativos, ser libres y autónomos, amar, ser amados y ser solidarios. Si fuera así, el conocimiento, la
creatividad, la autonomía y la solidaridad serían los deseos más
profundos, las cualidades más altas que puedan desplegar los hombres
buscando su propia perfección. Cualidades que han sido idealizadas y
concebidas en su grado eminente o perfecto, transpuestas en la idea
de Dios el Omnisciente, el Creador, el Absoluto, el Amor.
Esto que afirman los ateos puede expresarse también diciendo que el sueño, la utopía, el proyecto más elevado de la humanidad, que expresa la perfección a la que aspira y con la que sueña el ser humano, y que ha sido reflejada en la idea de un Dios omnisciente, creador, absoluto y amoroso, es una civilización de personas de conocimiento, creativas, autónomas y solidarias. El anhelo, el proyecto más alto de realización personal y para la humanidad entera, sería avanzar hacia esas que concebimos como las perfecciones superiores que podemos desplegar los seres humanos: el conocimiento, la creatividad, la libertad y autonomía, y el amor y la solidaridad.
Tenemos, así, que el sueño, la utopía, el proyecto de Dios coincide con el sueño, la utopía, el proyecto de la humanidad: una civilización de personas de conocimiento, creativas, autónomas y solidarias. De personas que amplían y profundizan el conocimiento. De personas que crean obras y que expresan fuera de sí mismas lo mejor de sí. De personas libres, que dependen siempre menos de las cosas externas, que son cada vez más plenas y completas en sí mismas, que son crecientemente autónomas y empoderadas. De personas que que aman, se unen y que son solidarias con todos los seres.
El mismo proyecto para los que creen que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, y para los que piensan que fue el hombre el que creó la idea de Dios a su imagen y semejanza.
Luis Razeto